domingo, 26 de julio de 2009

Los cuatro fallos y el error


Cuando su embarazada madre fue a urgencias (cuatro veces) debido a dolor muscular, congestión, fiebre y otros tantos síntomas de cualquier gripe común, los señores médicos del hospital Gregorio Marañón apuntaron (cuatro veces) que aquello era algo normal y que debían ser síntomas del embarazo. Cuatro veces se fue Dalilah a casa y cuatro veces se equivocaron los médicos. Esta mujer, después de cuatro errores, de cuatro negligencias médicas-porque efectivamente fue un error de diagnóstico, y son los médicos quienes diagnostican y no otros empleados sanitarios-acabó teniendo a su hijo por cesárea y murió poco después, convirtiéndose en la primera muerta en España por la apocalíptica gripe A.
Ahora bien, no pasó de lo anecdótico. Cuatro experimentados médicos-o tres o dos o solo uno, porque eso no lo han dicho nunca, como tampoco han dicho cuando erraron en su diagnóstico, ni cual era su turno, ni su edad- no acostumbrados al carnaval, no supieron ver la gripe disfrazada tras una bolsa de líquido amniótico. Nadie dice nada, no le detectaron la enfermedad y ahora está muerta. Punto.
Y aparte. El bebé neonato (del que hace poco nos hemos enterado en voz baja que era paralítico cerebral), semanas después, es alimentado por error vía intravenosa, no lo soporta y muere. Un error. Entonces sale el gerente del hospital y arroja las culpas sobre el cuerpo de enfermeras, más en concreto sobre una enfermera de tal edad, a tal turno, en tal planta, a tal hora, el bendito del gerente tuvo el gran alarde de bondad de no decir su nombre. Como nuestros políticos, que no son ni uno ni cuatro, sino tantos como virus de la gripe A, están de vacaciones y no pueden equivocarse como la enfermera, los periódicos publican artículos compadeciéndose del padre de la pobre criatura y llegando a llamar a la enfermera matarife. Ahora, que el ambiente se caldea, que han entrado en juego los sindicatos de enfermería y las enfermeras, nos preguntamos solo algunos porque los cuatro fallos en la muerte de Dalilah no trascendieron, cuatro fallos médicos de unos cuantos señores que tenían, presumiblemente, seis años de carrera, el MIR y la especialidad(teniendo siempre el detallazo de no decir su nombre, claro). Nos lo preguntamos una y otra vez, a lo mejor porque por encima de algo tan grande como la gripe A no se puede estar. En cambio la pobre enfermera, que se ha equivocado, tal y como nos equivocamos todos, ha sufrido críticas por todos los lados.
Sin embargo hay un fallo más. Un fallo que nadie en los medios de comunicación ha comentado. El gerente se ha quitado de encima un muerto neonato con su error de enfermera, pero no se ha quitado su muerta embarazada con cuatro fallos médicos. Y la última negligencia. El gerente, como tantos otros, ha acusado al cuerpo de enfermeras, pensando que es un cuerpo como cualquier otro. Y no lo es.
Es un batallón.