sábado, 27 de marzo de 2010

Esas divinas palabras

Esta semana ha salido a la luz que Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, también se vio envuelto en líos pederastas en el seno de los seminaristas de su comunidad. Días antes el Papa Benedicto XVI admitió la existencia de casos de misma índole dentro de la Iglesia, y ninguno de los que hemos visto esa noticia (y hemos sido todos) nos hemos sentido, para nada, extrañados.

Las voces más benevolentes, católicos todos, lo han interpretado como una buenísima señal; no los casos de pederastia, evidentemente, sino el hecho de que el Vaticano admita esos hechos, creen intuir un atisbo de modernización en esas declaraciones. Muchos otros no lo vemos así, vemos que se les caía la casa encima y antes de que las goteras internas de la Iglesia empezaran a chorrear agua (y aceite) hasta que ésta alcanzara la calle y se les viera el plumero han decidido reconocer que sus más firmes estructuras tenían taras. Por supuesto habrá que condenar el pecado y ser indulgentes con el pecador, como dice el Santo Padre que pretende canonizar al papa Pío XII, quien estableció un concordato imperial con el Estado para quien luchaba el hermano de Ratzinger, es decir, con la Alemania de Hitler.

Los casos empiezan a salir como setas en toda la geografía terrestre, las voces que criticaban “La mala educación” de Almodóvar se empiezan a callar y critican ahora al manchego porque podía haber tratado la pederastia ejercida por otros profesionales, los grupos proabortistas ven la luz de sopetón y empiezan a entender por qué la Iglesia excomulgaría a aquellos diputados que votaran en contra de la reforma del aborto.

Y a todo esto Benedicto XVI nos recuerda algo más, que son humanos, y como Jesucristo nombra aquellas divinas palabras: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Y no la vamos a tirar, porque no somos como ellos.

1 comentarios:

Iker dijo...

¡Así chorree de verdad el aceite por todos los resquicios de cada Iglesias!... y líbranos del mal: Amén!