miércoles, 26 de mayo de 2010

La piscina de bolas (II)

Llevo un rato dándole vueltas para encontrar un magistral principio a este artículo: pero no lo encuentro. Quizá debería grabarme gritando, colgarlo en goear y dejar aquí el enlace para que lo oigan los que leen este blog, con las ganas me quedo. Pero no lo haré, y no lo haré porque no me pondré a la altura de ese partido político. No lo haré porque hace muchos años que me enseñaron a no gritar y a decir las cosas educadamente.

En Polonia, hace unos días, tras la muerte del presidente, hubo una sesión parlamentaria en la que volaron por el parlamento objetos arrojadizos que bien podrían considerarse un juego infantil, pero que no lo eran porque estaban en una sede que representa la democracia. Yo pensé “qué críos, y esto, lo peor, es que ocurre en Europa, aquí al lado”

Parece que en España hacía muchos años que no jugábamos a estas cosas, más o menos desde mediados de los setenta, cuando se cantaba aquello de “Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra, pueblo de palabra y de piel amarga” Y amarga es como le queda a uno la boca cuando ve los titulares de mañana en el periódico, consecuentes de una bendita (no es irónico) votación en el Parlamento que debería evitar la congelación de las pensiones. Sí, de esas pensiones que el gobierno de Aznar subió 107 euros de media en ocho años y que Zapatero ha subido 240 en solo seis, y eso que con Aznar, nos debía ir de forma genuina en economía. Entre gritos y pitos uno piensa que está en el mundo de Alicia, donde la izquierda quiere congelar las pensiones, donde la derecha olvida su pasado y las quiere descongelar y donde sale corriendo detrás del gobierno gritando “la sentencia primero, luego en juicio” como es el caso de Garzón, juzgado por la Reina de Corazones.

Y no, no me subiré a internet gritando porque soy bastante más correcto que lo que ha ocurrido en el Senado esta tarde, y hace mucho tiempo que comprendí que las piscinas de bolas quedan en los parques infantiles donde ellos se tiran objetos arrojadizos blandos e indoloros. Parece ser que al Partido Popular les ha dado por rememorar su infancia y ante la falta de espacios adecuados se han llevado las bolas al Senado.

Mi querida España…

1 comentarios:

Ana Castro dijo...

Querido, me encanta tu ironía. También el título del artículo, aunque reconozco que hubiera sido un puntazo que subieses el grito. Bueno, en realidad no me hace falta, con haberme pasado por tu habitación en estos días, con apuntes por el suelo, el calor por todas partes, creo que me vale. Aún así comparto la indignación, en cuanto a lo político digo. Muá!