miércoles, 7 de julio de 2010

Lo raro

Dice una canción poco conocida, de un grupo poco conocido que escucha gente que no es ni conocida ni deja de serlo que “todos los raros fuimos al concierto”
Pues al concierto no lo sé, pero después de que media España inunde el metro (ahora que hay) unos cuantos raros saldremos hoy de casa cuando el sol no caliente y nos meteremos en el cine (por ejemplo) a ver cualquier cosa. Y es que uno, tan grave como yo, tan raro como yo, está dispuesto a ver incluso las andanzas de Sarah Jessica Parker en el desierto con tal de estar en un sitio donde no se oigan los atroces gritos de aquellos que esta tarde verán cómo nuestro Estado (antes España, ahora una selección) se juega la posición internacional y recupera el orgullo herido del Siglo de Oro.
Algo he de reconocerles, aunque si bien no saben lo que han causado el sábado pasado en Madrid. Por primera vez vi una manifestación en las que la bandera de nuestro país, perdón, de nuestra selección, desfilaba al lado de las de la República, de las banderas multicolor, de las multicolor en negativo e incluso las de las autonomías. Y no había ni rencores ni malas miradas, solo gritos unánimes con la parada de Casillas y con la victoria que obtuvieron. Parece que nuestro gobierno de coalición de los distintos equipos ha conseguido lo que no consiguen los líderes de aquel Estado que todavía éramos cuando perdimos el primer partido.
En ese momento incluso fui fan de John Boy, el problema es que la selección no es el gran telépata de Dublín.

4 comentarios:

Ana Castro dijo...

Yo soy (bien lo sabes) una de esas raras que fueron al concierto. También soy de esas que escapan de los 45º en una sala de cine.
Pero, al mismo tiempo, pone en duda el orgullo de un país que sólo parece unirse y sentirse orgulloso de su bandera ante un evento deportivo, futbolístico (en realidad, sí que lo entendería en lo referente a Nadal, que se lo merece, que es un ejemplo de esfuerzo).
Habrá que resignarse. Al menos es algo que nos une en estos tiempos de parálisis económica y pánico underground.
Bien es sabido que somos pocos los fans de John Boy.
BUENÍSIMO el post.

Martín dijo...

¿Como qué poco conocido? Por favor, todo el mundo conoce a ese grupo y quien no lo conozca simplemente debería estar muerto.

Por lo demás me parece estupendo que todo un país se une a algo, sea en el fúbol o viendo petanca, más importante es lo que logra que cómo se logra.

Y a los que no os gusta el fúbol os dedico otra profunda frase de este genial grupo:
"Mientras su amada ve un avión por las nalgas,
guisante nota un gran incendio a su espalda."

Martín.

Iker dijo...

Quizá debería sonrojarme, pero no lo hago: no conozco a John Boy, de hecho no sé si es un grupo, una persona, una banda... Pero me encanta que haya gente que me interesa que me lo(s) nombre: lo(s) descubriré!
Me parece mejor fomentar el interés por lo aun no descubierto que desear la muerte atroz (Morza, lo tuyo me parece una auténtica macarrada).
En cuanto a lo sucedido el sábado en Madrid, y fui testigo directo, tengo una sensación ambivalente. En algunos momentos sentí que a quienes allí nos manifestábamos (y lo habíamos hecho previamente por militancia política en nuestras pequeñas ciudades) nos "comían la tostada" y el protagonismo. Pero es verdad que fue curioso la ¿natural? o por lo menos no-forzada convivencia exitosa y diría que casi armónica. No creo que sea mérito del fútbol, sino de quienes allí estábamos: personas muy orgullosas de serlo!
Por cierto, me encanta entrar a una sala de cine en pleno verano... y advierto que en la sofocante estación he descubierto auténticas joyas en cines casi vacíos... que luego he recomendado ansionsamente, en vez de desear lo peor a quienes habían optado por el muy respetable plan de playa+chiringuito, acquapark plagado de gente o incluso siesta compartida.

Martín dijo...

Más que macarrada yo lo definiría como ironía, dando a entender que lo normal es no conocer al grupo. Pero bueno, se puede entender como cada uno quiera.

Martín.