lunes, 13 de diciembre de 2010

Una ostia.

La Condesa de Murillo ha sido galardonada con el premio a la mujer mejor calzada de España. Hay premios que pueden resultar necesarios, otros que son un tongo y otros que uno nunca acaba de entender porque no sabe de dónde les viene. Este pertenece a una categoría superior, desde luego.

Hace algunos años, en el Parlamento andaluz, hubo tal ataque de risa que ninguno de los asistentes podía, después de ocho horas de sesión, llevar a cabo la votación pertinente sin que esa risa de origen inmotivado les dejase hacerlo con un poco de decoro. Tuvieron que cerrar la sesión y posponerla. Eso es lo que nos pasa a muchos cuando leemos el periódico: el otro día Zapatero pedía a Rajoy patriotismo y éste se lo negaba. Tuve que cerrar el diario, es de estas noticias que, como algunos premios a algunas Grandes de España, no sabes por dónde te vienen, y que, como un ataque de risa inmotivado, no sabes a cuento de qué se debe tan hilarante acontecimiento. Uno doble el periódico, se repone –incluso llega a coger el móvil y a fingir que habla con alguien para que los demás piensen que no vas riéndote solo en el metro, a cuenta de “El País” - y se levanta con la cabeza bien alta rumbo al supermercado, a comprar algo precocinado, que te dan las horas para mucho más ese día.

Allí estás, en la sección de congelados, acordándote de la negativa de Rajoy, cuando un niño pasa corriendo a tu alrededor, y tira las bolsas isotérmicas, la madre le mira, indiferente, sin duda no se le ha pasado por la cabeza lo que pueda ocurrir dentro de unos años si al niño no le dan un par de ostias a tiempo. Pero claro, en la época del Progresa Adecuadamente y del Necesita Mejorar, lo mismo eso es mucho trauma, y el niño te crece con un complejo freudiano que para qué. Algo parecido le debe pasar a la política española que de tanto reírle los chistes al alcalde de Valladolid y de soportarle metáforas frívolas al Presidente del Gobierno nos vamos a encontrar dentro de algunas décadas con que los políticos harán lo que quieran con nosotros. Tan acostumbrados estamos a no salir a la calle para quejar por la desastrosa situación que está pasando este país, esta España mía, esta España nuestra ¡ay! tan acostumbrados a no darles una hostia (tampoco collejas pedagógicas) , cuando hacen las cosas mal, muy mal, tan mal como para que nos vayamos asustando progresivamente, que no sabemos la adolescencia cincuentona que se nos viene encima.

Y cuando ya hagan lo que quieran y gobiernen por decreto y se empiecen a tirar huevos por el parlamento será como un ataque de risa o un premio inesperado; la gente no sabrá por donde viene ni a cuento de qué, porque se nos habrá olvidado lo permisivos que hemos sido. Porque lo que tiene esta política no es un Necesita Mejorar, es un reglazo en las uñas, un ponerse de rodillas con los brazos en cruz, un expulsado de cara a la pared. Un copiar cien veces “no nos volveremos, ninguno, a presentar a elecciones.” Ese es el galardón que necesitan y merecen.

Menos mal que todavía queda gente coherente que da premios merecidos, porque Esperanza, lo que se dice Esperanza, se calza con una nobleza sublime. Como corresponde a una verdadera Condesa.

Enrique Gutiérrez Llamas www.sobretodolovisibleyloinvisible.blogspot.com

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