viernes, 27 de mayo de 2011

El dios abandona a Octavio

A la muerte de Julio César, Octavio, que era considerado su sucesor, se vio obligado a conformar triunvirato con Marco Antonio y Lépido. Es muy probable que considerara que le había sido robado algo que le pertenecía. Sin embargo esperó, aceptó el título de su tío abuelo y llegó a llamarse Cayo Julio César mientras compartía poder y tierras

Pocos Imperios quedan ya en el siglo XXI, ninguno en los territorios que fueron dominados por Roma. Sin embargo cada casa tiene sus crisis y espera no acabar siendo conquistada por los bárbaros, al igual que le acaba ocurriendo siempre a los grandes proyectos, a las grandes expectativas… a los grandes Imperios. El Partido Socialista tiene la suya propia tras el batacazo electoral del veintidós de mayo. Muchas voces se levantan para pedir primarias, para ser democrático y elegir al único candidato que se presente, para poder seguir teniendo un partido líder, unificado y solvente. Todos intentan salvarlo de la catástrofe que ya parece haber comenzado y que amenaza con dejar con los plomos fundidos a los socialistas durante mucho tiempo. Puede que para que el PSOE siga adelante Zapatero haya tenido que nombrar a alguien como su heredero y evitarse el tener que dividir a su propio partido.

Por eso quien llevó a Zapatero a la Moncloa cosechando votos de Cataluña se ha quedado sin poder ser su sucesora y puede que considere que se le ha arrebatado el derecho a concurrir a elecciones primarias, a ella que tanto se lo merece, a ella que se convirtió en el símbolo de la igualdad de Zapatero mientras pasaba revista a las tropas cuando estaba embarazada.

Octavio, heredero de Julio César, esperó. Esperó a que Lépido pudiera ser considerado un traidor, esperó a que Marco Antonio se fuera con Cleopatra. Y entonces, sin rival alguno transformó una República en un Imperio.

Y es que, aunque al principio duela, a veces hay que esperar, como Octavio. Al final el dios, siempre acaba abandonando a otro.

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