El nombre de los dioses
No hace falta refrescarle la memoria a nadie con el tema de
Grecia y Roma. A quién más y a quién menos se le enseñó en el colegio que, por
primera vez en la Historia, el pueblo conquistado pasó a ser el conquistador, y
que –bajo el yugo administrativo de los itálicos- la religión griega (entre
otras cosas) no solo no desapareció, sino que pudo pervivir y extenderse por
todo el mediterráneo con unos resultados que no se habían conseguido con las
colonias. Esto es algo que universalmente (antes y después de Cristo, en el
Mediterráneo y en el Kilimanjaro) puede dolerle al conquistador: el gran
bravucón bélico conquistado ante los encantos de un grupo de ciudades lejanas.
Sin embargo hicieron algo para que los contemporáneos no se
dieran cuenta de lo que estaba pasando, para que no supieran que se les había
metido el enemigo no ya en casa, sino en su vida. Así fue como decidieron
cambiarle los nombres a los dioses: Zeus a Júpiter, Poseidón a Neptuno, Atenea
a Minerva…
Con más o menos destreza los nombres de los dioses y de las
cosas se han ido cambiando a lo largo de la historia, es en muchas ocasiones el
último recurso para que la gente no asocie un concepto con la realidad. Así por
ejemplo lo que ocurrió hace más de doscientos años un dos de mayo fue un
levantamiento, no un escrache y aquel tema de la guerra civil fue rebautizado
como cruzada. Se cambia el significante para que el significado parezca otro,
para que no nos rebuzne la realidad en la cara. Así los cánceres son largas
enfermedades y ya son menos cánceres o llevas la comida en un tupper y así ya
parece que no vas al campo para comer de una tartera.
Tienen algo de romanos estos líderes nuestros cuando le
cambian el nombre a las cosas. Algo de literatos cuando tiran del eufemismo para
que no nos demos cuenta. Pero olvidan algo: que los primeros en acabar creyéndose
su propia mentira son ellos mismos, al final siempre caen en manos de Afrodita
y tienen que ir corriendo a la clínica Dator porque les han conquistado. Pero lo de ellos no es un aborto,
es otra cosa.
4 comentarios:
Adoro los blogs que salen de dentro, como el que dice: ¡Ya no puedo callarme más!, por eso me ha encantado! Te seguiré de cerca Llamas!
Un abrazo
Dyana
La claridad mental y más si se plasma para que otros la disfruten debería de tener premio. Magnífico y muy cierto. Gracias por compartir la reflexión.
Pues creo que es una costumbre que sigue estando de moda y lo más triste es que les sale... nos lo quedamos... que triste!!! Muy Bueno Enrique
De lo general a lo concreto, muy bueno Enrique. Mucho 'entrelíneas' en el post.
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