viernes, 14 de agosto de 2009

Réquiem

Hubo un tiempo en el que nos llamábamos y las historias cambiaban de lugar. Las palabras adquirían otro sentido y, magistralmente, nosotros las entendíamos al otro lado del teléfono. Por aquellos años los libros que tapizaban las paredes de mi habitación no hacían sospechar la verdadera naturaleza de mi cerebro, que dejaba sonar tres veces el teléfono antes de abalanzarme a él, con el corazón descabalgado. Era entonces, cuando nos creíamos mayores, que matamos todas las definiciones del diccionario, y todo parecía distinto en nuestro dialecto.

lunes, 3 de agosto de 2009

Que viene el Coco, Chanel

No es secreto que Hitler adoraba a sus perros, y que muchas de las caricaturas aliadas de la época le retrataban acariciando a un cordero por un lado y matando a un judío (o más bien a todo lo que se le pusiera por delante) por otro. Hitler, tenía sus musas inspiradoras, como la tristemente gran cineasta Leni Riefenstah, Lola Flores (a quien intentó pagar, sin éxito, para que fuera a conocerle) o Strauss. Todo esto para demostrar su superioridad moral.
Hace poco estrenaron en los cines Coco, avant Chanel, la vida de la afamada diseñadora que cambió el rumbo de la moda femenina en el siglo XX. Hizo desde luego cosas muy admirables, desencorsetó a la mujer, cortó los bajos y eliminó plumas, volantes y tutús del horror vacuis de la moda en el siglo XIX. Empezó diseñando sombreros y al final las tijeras y la aguja se le dieron mejor que cualquier escenario a los que ella pretendió subirse de joven. Es el canon y la imagen de mujer luchadora que consigue sus propósitos con esfuerzo y dedicación, la imagen de la rebeldía y la leyenda, o algo así rezaba el título de la película en español. Ahora bien, las historias para que estén bien contadas, no hay que dejarlas a medias
Chanel, con todo su buen gusto, su rebeldía y su aparente sencillez, rebajó las plumas y los tules y todo lo demás, encargándose de cargar esos precios en los diseños que ella misma realizaba. La película olvida la parte de las diferentes historias de amor que tuvo, narrando tan solo dos de ellas de tal forma que solo el espectador más atento podrá darse cuenta de que esos dos romances fueron sujetos por el dinero que ella obtenía para ir sobreviviendo en París. La película acaba con una magistral escena en la que (rodeada de espejos que no muestran todas sus caras) Coco da el visto bueno con pelo modernísimo, diseño exclusivísimo y mirada de sota de bastos a las modelos que van a desfilar para ella. Desde luego la producción no sigue hasta el primer retiro de Chanel, que fue allí por los últimos años cuarenta. Y es que nuestra revolucionaria y libertadora protagonista siguió con su tónica de a quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija y se arrimó a la de un alto oficial de las S.S. nazis. Pero el árbol se cayó y dejó de tapar colaboracionismos de nuestra francesa libertina con el régimen que adoraba a los perros. Ni que decir tiene que la muerte de aquella que vistió a las grandes actrices del momento ocurrió de la forma más triste, en la habitación de un hotel, sus últimos años fueron de morfina y pérdida de liderazgo. Hoy en día la firma Chanel solo viste de frivolidad, cosa que ha afirmado incluso Audrey Tautou, que aunque no conociera a su creadora, sabe quien era esa mujer que con la ropa sacaba adelante su sensibilidad. Aunque si alguien de verdad la conoció fueron los hombres, porque supongo que con su último affaire conocido, ellos al verla acercarse, por fin dirían: que viene el Coco.
Y ella, sonreiría, frívola, pensando: es tal mi superioridad moral.