miércoles, 13 de febrero de 2013

Los biodegradables


Me encontraba yo en ese ejercicio festivo que tiene lugar los fines de semana y que consiste en liberarme de los pantalones pitillo sin por ello perder el equilibrio y la compostura cuando –en ese crítico momento en el que asumes que para acabar de quitártelos tienes que darles la vuelta- vibra discreta pero empecinadamente la “apple of my eyes” es decir, el iPhone. Mi particular pedazo de las glorias de Silicon Valley quedaba en ese momento bocabajo y en el lado exterior de los pantalones que en el proceso del desvestir acababa de convertirse en interior. Apurado y confirmando que nadie podía mirarme humillo mi postura, me tiro en el suelo, y rescato el móvil con un giro magistral de mi brazo mientras me reincorporo en el váter.

-Pero Goreti ¿qué quieres? ¿por qué no me mandas un WhatsAap?

Realmente no es que no fueran horas para llamar, pero estar sentado en el váter, con los pantalones vueltos y por el tobillo, mientras lo único que ansías es reordenar tu barba para salir por Malasaña, es bastante ortopédico y poco de portada, y lo de la estética los periodistas lo llevamos muy bien cuando estamos en el paro, por si nos llaman en cualquier momento para trabajar de becarios en Intereconomía.

-Muy fuerte, Tomín, estoy en el autobús camino de "Sanse".
-¿Y qué haces tú yendo a "Sanse"? ¿Me quieres hablar en un tono de voz más normal?
-Voy a echar el currículum al Mercadona, ya sabes, para el reportaje que teníamos pensado sobre su política salarial. Si me cogen podremos saber si existe una sala para los reponedores, limpiadoras y cajeras que ponga “trabaja, no pienses”, muy insider,  pero ese no es el caso.

Para entonces yo ya había liberado un pie de la escafandra; había tenido que doblar la rodilla, conseguir que el largo de mi brazo fuera suficiente para tirar con fuerza del pitillo y desprenderlo de mi pierna con fuerza. Una vez me hube librado de esa sensación de molusco que supone tener las dos piernas unidas por un pantalón a medio quitar solo me quedaba ahora pisar con el pie derecho la pernera izquierda y levantar la rodilla zurda. Estaría liberado entonces de los complejos del mercado de Tribunal, pero no de Goreti, que seguía:

-El caso es que en el autobús venían dos tíos detrás de mi, no les he visto la cara, pero estaban hablando de los papeles de Bárcenas. Decían que Ana Mato iba a dimitir, y yo cuando oí eso pues saqué la grabadora y discretamente grabé la conversación. Yo creo que eran importantes.
-¿Pero no decían nada más? ¿Dónde se bajaron? –En ese momento ajustaba la maquinilla eléctrica a los nueve milímetros exactos de mi barba.
-Estaban convencidos y parecía que se esperaban lo del confeti, se han bajado nada más entrar en "Sanse". He mirado en “Google maps” y la sede del PP de "Sanse" está a seiscientos metros de esa parada. En serio, yo creo que eran importantes ¿qué hacemos? Puede venir bien para el blog, como lanzamiento.
-De momento lo que hacemos es echar el currículum en Mercadona, yo he estado investigando hoy en el DIA y parece que los pobres no tienen más que una ridícula sala para ponerse el uniforme ese rojo que me llevan, por cierto, que me he fijado al salir de los Renoir en una bolsa de estas del Carrefour, estaba dando vueltas en el aire en plan American Beauty, y me ha dado por pensar que no son biodegradables.
-Pues sí, también podemos ir a Ecologistas en Acción a ver que nos dicen, ahí tenemos otro reportaje.

Me fijé en las tres líneas de batería de la maquinilla, me cambié de mano el móvil y le dije a Goreti que guardara la conversación grabada, que luego nos metíamos en Internet y que comprobaríamos las caras de todos los peces gordos del Partido Popular de San Sebastián de los Reyes por si eran alguno de ellos.

-Vale, lo que yo no sé es qué pasará si lo sacamos, porque si decimos que esa gente usa el transporte público no nos creerán, pero a mi me parecía que estaban informadísimos, estaban dentro del ajo fijo. Oye entro al mercadona ¿te llevo alguna salsa? ¿alguna crema?

Y entre la emoción que da pensar que lo mismo desvelamos el futuro de Ana Mato y las corruptelas de los supermercados no me doy cuenta de que la maquinilla no lleva el cabezal puesto y me llevo media barba por delante.