miércoles, 18 de abril de 2012

El Paisito


   Que el Monarca lo hiciera muy bien el 23 f no tiene mérito. Quiero decir, que no tiene más mérito que una enfermera que pincha bien, un zapatero que remienda unos zapatos sin dejar señales, un profesor que transmite entusiasmo o una secretaria voluntariosa y pulcra. Como buen profesional su trabajo era mantener el orden constitucional en un occidente que ya no iba a admitir otra cosa, teniendo en cuenta que este país se ubica geográficamente donde se ubica.
Pero lo cortés no quita lo valiente, ni lo cortés, ni lo cortesano. Es decir, que las buenas enfermeras pueden hacer mal una sutura o un profesor dar una lección a matacaballo, lo malo es que cuando esta conducta se repite una y otra vez se concurre en algo a lo que se le llama dormirse en los laureles. Y bastante dormido se ha quedado ya Juan Carlos y toda su prole. No puedo evitar imaginarme a la Reina harta de todo, gritando que un día se va para no volver, cual ama de casa harta de fregar los platos y los trapos sucios. También me imagino a Elena discutiendo con Marichalar por el tema de los Santos Inocentes –una dichosa escopeta en manos de quién no debiera- encima ella se ha llevado la fama de tonta, lejos, eso sí, de la mugre en la que escribía su nombre Paco, el bajo. Menos mal que todavía nos quedan los niños pequeños, tan monos antes de que tengan bozos mal afeitados, tan rubios, tan de portada, en definitiva, tan Borbones.
El que lo debe estar pasando mal es Felipe. Con un padre que más parece un señorito andaluz y una esposa republicana su vida será ya el colmo del disparate. El Príncipe ve peligrar su herencia, su paisito, como López Vázquez en aquel guión de Azcona donde se casaba con una nonagenaria para que le deje testada su casa. Ahora bien, aunque aquella mujer no fuera inviolable, el heredero de la corona está en las mismas circunstancias que el actor porque ¿qué es un país sino un lugar para vivir?

Enrique Gutiérrez-Llamas