Tu nombre envenena mis sueños
De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal.
Y eso que hay momentos en los que el ánimo flaquea: se llegará a los cinco millones de parados, bajan el sueldo a los funcionarios, congelan las pensiones, retiran el cheque-bebé.
Pero no solo son esos problemas los que nos atañen, no solo problemas económicos. Da vértigo pararse a pensar que ha sido un gobierno socialista el que ha tenido que hacer estos recortes, da vértigo ver cómo los funcionarios quieren levantarse en huelga para detener esta bajada de sueldo. En este país hemos olvidado lo que significa la palabra consenso, el verbo ceder, el sustantivo solidaridad. Consenso es una política común que hace legislaturas que no vemos, Ceder es que los funcionarios se quiten parte de la tarta para dársela a quién más lo necesita (ellos, que son una clase afortunada, que no se va a quedar sin trabajo), Solidaridad es que pensemos en que España somos todos: los del milagro de la transición, los de las Olimpiadas del 92, los de la Eurocopa de 2008, los de la crisis de 2010, para lo bueno y lo malo, para que nos ayuden y para ayudar, Solidaridad es también el Consenso y la capacidad para ceder.
Lo hemos olvidado todo, como parece que hemos olvidado el esfuerzo hecho para tener una democracia. Aunque bien pensándolo: ¿Cómo no lo vamos a olvidar si Joaquín Leguina –socialista español- ha aceptado un puestecito de Esperanza Aguirre? Si lo poco que queda de ese consenso se vende, renuncia a sus ideas ¿qué vamos a hacer los demás? Porque el antiguo presidente de la Comunidad de Madrid, tras aceptar el puesto, publicó un artículo en el que ponía de vuelta y media aquellos principios que le fascinaban hacía unos años.
El presidente del Gobierno carece, desde sus impopulares medidas necesarias, medidas que necesitan contar con la certeza de que todos tenemos que ayudar, de apoyo suficiente para gobernar. La otra opción es un partido corrupto hasta la médula, un partido cuyo líder explicó que, aunque la justicia no lo permita, seguirá actuando de la misma forma: presentando a elecciones una persona que huele a corrupción: porque la corrupción se ha llevado dinero suficiente como para poder evitar que congelen las pensiones, cosa que los del Partido Popular quieren evitar. Pensiones de aquellas personas que sí sabían lo que era consenso, ceder, solidaridad. Personas que están completamente indefensas ante el desastre generado por la generación que le sigue.
Ahora, pienso en otro poema, de Cernuda, que Leguina ha olvidado y que significó para el socialista la exaltación republicana de la que ahora reniega. Tu nombre envenena mis sueños. Y sí, España, tu nombre envenena mis sueños.