martes, 23 de noviembre de 2010

¿Quién teme a Ana María Matute?

Que Virginia Woolf muriera sin recibir el nobel tiene perdón, porque la inglesa se suicidó muy pronto, tirándose a un río tras varios intentos de suicidios.La academia no tuvo tiempo de otorgarle tal galardón, aunque probablemente nunca lo hubiera hecho. La escritora tenía una personalidad de tendencia depresiva y muchos intentos de suicidio a sus espaldas. Los bombardeos alemanes sobre Londres y el fracaso de la biografía que ella había escrito sobre su amigo Roger Fry hicieron que se llenara los bolsillos de su abrigo de piedras y que se tirara el agua.

Existen muchos tipos de mujeres, englobadas en muchos tipos de corrientes, más o menos encasilladas igual que las horas en las cuadrículas que gobiernan el tiempo. Hay otras a las que es difícil clasificar. Si una sobrevive y no mete la cabeza en un horno a lo Sylvia Plath puede acabar escribiendo mundos enteros que se sostienen por sí solos. Dragones que salen de las aguas o princesas que tienen la Muerte Más Bella Jamás Nombrada saldrán a la luz en novelas que son verdaderas enciclopedias sobre el sentimiento humano.

Ana María Matute sobrevivió a una guerra apoyándose en el muro maestro de su casa, por eso no soporta el sonido de los fuegos artificiales, porque le recuerdan a las bombas que caían sobre su Barcelona. Ana María Matute ganó El Planeta con una novela que escribió a los 17 años. Ana María Matute se casó pese a la no aprobación de unos padres que le dieron la espalda. Ana María Matute se separó de su marido y le prohibieron ver a su hijo al que, de todas formas, conseguía visitar gracias a la ayuda de su suegra. Ana María Matute se volvió a enamorar de un hombre que era igual que Paul Newman. Ana María Matute salió de una depresión con un solo pie descalzo e inventando mundos.

Ana María Matute, Ana María Matute, Ana María Matute. Repetir su nombre y otra vez y decir que es ella la culpable de que hay mujeres que han tenido problemas con sus maridos por enamorarse del Príncipe Predilecto. Releer Olvidado Rey Gudú y enamorarse del Príncipe Predilecto una y otra vez, y que no haya amor más puro y más carnal que ese. Ser el verano de Aranmanoth. Echar a llorar con la última frase de Paraíso inhabitado. Querer que vuelvan los unicornios que ella tanto ha visto.

Hacerle una entrevista y que se te reblandezcan los huesos, desde dentro, como si fueran de chicle, cuando le oyes decir un tierno “ohhhh” al hablar de sus novelas favoritas. Que te cuente por qué nadie se acordará de Gudú, y aunque tú ya sepas ese porqué, entenderlo mejor. Que se le iluminen los ojos cuando dice que sin la literatura ella no hubiera podido, que la hubiera inventado. Saber que lo hubiera hecho. Que salga una chispa de un terrón de azúcar al partirlo. Infancias en un cuarto oscuro en el que cabían todo tipo de seres maravillosos.

Mañana se falla el Premio Cervantes, un galardón tan absolutamente prestigioso como plenamente machista. Muchos esperan que se lo den a Ana María Matute como esperan los campesinos la cigüeña por San Blas, algo para animar este año de la muerte de Miguel Delibes, de la muerte de Saramago.

Mientras tanto le otorgan a Esperanza Aguirre el premio a la mujer mejor calzada de España. Como a Virginia Woolf, ¿quién teme a Ana María Matute para que no le den el premio? Porque ¿qué ha hecho si no calzar mundos mucho más coherentes que este?

Enrique Gutiérrez Llamas

martes, 9 de noviembre de 2010

Las Manzanas

Alguno no lo había probado, y por eso votó que no, aunque luego usara esa ley, una vez tras otra, como habiéndole cogido gustillo

Supongo que en aquellos años (primeros ochenta) muchos pensaran que era una cuestión de principios, que vulneraba la definición de matrimonio: Unión entre un hombre y una mujer, indivisible, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte les separe. Se habló mucho de consecuencias sociales: la presión que sufriría un pobre niño en el colegio por estar sus padres separados. Como siempre los ladrones pensaron que todos eran de su condición y culpaban a la sociedad de no poder realizar cambios, pensando que la sociedad estaba tan atrasada como ellos.

Han pasado muchos años y el divorcio es algo normal, una práctica corriente, y muchos de los que votaron que no en el Congreso de los Diputados acabaron acudiendo a los juzgados, pagando cantidades ingentes a abogados para ver cómo se solucionaba aquello de separar los bienes para acabar con los males. Y a algunos de esos algunos les debió gustar, tanto, que repitieron experiencia, y los bienes acabaron mareados por culpa de aquella ley a la que votaron no.

Han pasado pocos años desde que la ley del matrimonio regulara la unión entre dos personas del mismo sexo. Los del lado que votaron no a aquella ley del divorcio dijeron que era inconstitucional, y algunos nos volvemos locos buscando en la Carta Magna algo que diga que el matrimonio es siempre entre dos personas de sexo distinto y debe estar en acróstico, oiga, porque no encuentro tal restricción. Dicen que es una cuestión de principios, de definición, que el matrimonio de siempre ha sido entre un hombre y una mujer aunque ya se nos olvida que nunca más será para siempre. Grandes musas de la literatura universal hacen comparaciones con la fruta, ya que dos manzanas no deben ser lo mismo que una manzana y una pera.

Yo creo que, cuando prueben la manzanas, repetirán, como ocurrió en su día con la ley del divorcio. Solo hay que cogerle el gustillo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El jardín

En el juego de la oca hay que pasar muchas pruebas para llegar al final: puentes, pozos, ríos, muerte, tabernas… y por fin el final, el jardín, el Edén. A uno de septiembre parece que uno puede volver a ponerse malo, los negocios vuelven a abrir y con ellos el negocio más descarado; la política. El curso pasado nos encontramos con corrupción, mentiras y faltas de respeto y educación. Este año volvemos a jugar a la oca con los dados trucados y con un final mucho más interesante: elecciones municipales y autonómicas en la primavera que hará florecer el jardín.

Pero todavía queda mucho para entonces y tendrán –ellos, la clase política- que tirar los dados, dedicarse a humillar al otro sin ofrecer nada a los ciudadanos, que todavía no hemos oído propuestas. Habrá candidatos que caigan en un pozo, otros que se gastarán el dinero público en sastrerías (las tabernas de la vida real), movimientos de fichas cuando el adversario no mira, a ver si adelantamos una casilla o dos. Ellos tirarán los dados con más fuerza sin pensar que eso no influye en el número que salga y nosotros nos limitaremos a contar bien cada avance, sin propuestas firmes de nadie en el bolsillo. Muchos caerán en la casilla de la muerte, sin que pase un amigo a rescatarlos, y algunos, unos pocos, llegarán al jardín final. Los demás nos quedaremos por el camino, sin saber por quién contar casillas, ya que no se preocupan de nosotros.

Solo espero una cosa. Que sea quien sea el que llegue al jardín, que no encuentre allí el Edén.

domingo, 8 de agosto de 2010

Una sola cosa

Titular de Telecinco para la visita de Michelle Obama a Marbella: “El salero de Michelle”. Gran titular, para una gran cadena, con unos grandes principios filosóficos y unos grandes lingüistas entre sus filas.
Hace poco escribió un artículo Elvira Lindo titulado “Gordos y Sanos” en el que habla sobre aquella película que Berlanga rodó en 1952: “Bienvenido Mr Marshall”, en él comentaba que esa España no es la misma que hoy en día. Eso pensaba yo cuando leí el artículo, pero tras ver el castizo titular de la cadena de Berlusconi se me viene a la cabeza la letra del pasodoble de la famosa película : “Los yankis han venido, olé salero, con mil regalos” y pienso que estaremos más avanzados, pero que en el fondo a algunos les encanta que les corten con el mismo patrón que hace cincuenta años. En Villar del Río, el ficticio pueblo de la película, el alcalde ordena que todos los vecinos se vistan con trajes típicos andaluces (sombreros cordobeses, de cartón, y peineta) porque esa es la imagen internacional de España. Yo lo siento, pero como castellano me da un poco de reparo porque yo en la vida me he puesto ese sombrero, ni he ido a los toros, ni he cantado sevillanas. A mi me gustaría que los extranjeros pensaran tanto en la peineta como en los arados de la planísima meseta, que por cierto es más de la mitad de España, igual que yo pienso en los rascacielos de Nueva York, los granjeros texanos y los surferos californianos.
Y me da miedo que haya alguien que documente a Michelle Obama de la historia reciente de Marbella, con sus alcaldes corruptos, sus tonadilleras corruptas y demás fauna. Me da miedo porque que nos corten con el rasero de la peineta pues mal, pero que lo corten por el de la corrupción me da verdadero vértigo. Puede que la haya, pero no se les ve tanto el plumero, no son tan tontos en todos los lugares de este país.
Realmente hay algo en lo que sí hemos cambiado: ahora ya no nos ponen en fila para pedir una sola cosa al presidente de los Estados Unidos. Ya no pediremos trajes de franela, ni una pareja de bueyes, ni soñaremos con que los Reyes (Magos) tiren un tractor desde el cielo. Nos conformaremos con que cuando se vaya Michelle –oye, encantados con ella, pero cuando se vaya, lo a gusto que nos vamos a quedar-llueva, como en la película. El agua de los vecinos de Villar del Río sería como el simple trabajo que falta hoy. Esa cosa pido, sin más. Más que nada, porque, como en la última toma de la película, las banderas de Estados Unidos, hoy, están para arrastrarse por la acequia, como las de medio mundo.
Pero mientras Mrs Obama siga aquí: “Americanos/ vienen a España gordos y sanos/ viva el tronío/ de ese gran pueblo con poderío”

domingo, 1 de agosto de 2010

Estado Alfa

El uno de agosto, casi más que ninguna otra fecha, marca el comienzo de las vacaciones de verano de verdad, de las de aquellos que solo tienen un mes para descansar de sí mismos. Algunos en esta fecha nos acordamos más de que tal día como hoy, hace diez años, murió Carmen Martín Gaite, que nos dejó para siempre su Caperucita en Manhattan, inmortal como Madame Bartholdy.
Este uno de agosto, más que nunca, el calor aprieta y mucho se habla en los informativos del insomnio acechante cual mosca cojonera tras las altas temperaturas. Pero no nos olvidemos, aunque ahora mismo la derecha sea la izquierda hay una costumbre española que nunca podrán prohibir, ni en Cataluña ni en el resto de nuestra tierra patria. La siesta está aquí para salvarnos de ese calor insomne de madrugada y para devolvernos tiempo de sueño a esa hora en la que uno se pone Telecinco para dejar su cuerpo y su cara en ese estado Alfa en el que flojea el pensamiento y emitimos un característico fonema jjjjjjjjj. Ahí, ahí, con la babilla escurriendo por la mandíbula inferior.
Estos días servidor piensa en combatir el insomnio yendo a las verbenas de los pueblos, que son las genéticamente predispuestas para ser las mejores (Arzalluz tendrá algún librito sobre el tema, seguro). Este año la novedad en dichas verbenas es que cuando cantan la celebérrima “Orgulloso de estar entre el proletariado” ponen imágenes de Rajoy y Cospedal detrás, algo maravilloso. Y eso que no solo nosotros tenemos vacaciones, también ellos, la clase política, podrán tomarse un refresco en este caluroso agosto, que como todos, no tiene sesiones parlamentarias, Mariano se ha ido, de hecho, a la semana del albariño sin el cinturón de seguridad puesto, en un intento por acercarse a los trabajadores.
Pues eso, que a ver si bien el Apostol Santiago (otro que con esto del Jacobeo, está haciendo el agosto) como bien le pidió Su Majestad el otro día, o bien la siestecilla estival ilumina a la izquierda que baja sueldos y a la derecha del pico y la pala para que en septiembre vuelvan en sus cabales.
Ea, ahora sí, mandíbula en estado Alfa y… jjjjjjjjjjj.

lunes, 12 de julio de 2010

MAÑANA

Que mañana los partidos políticos muestren la misma unidad que la selección. Que mañana se respire en la calle la misma calma eufórica que hoy. Que mañana la gente siga sintiendo pertenencia a un país que no tiene una historia bonita, que no ha tenido casi nunca dirigentes brillantes. Que mañana, como en la canción, seamos de nuevo un imperio, me sobra con que la lengua española sea conocida. Que mañana los periodistas se alejen del poder, que el beso que ayer vimos y que nos encanta no se lo vuelvan a dar los ganadores a quién es periodista, porque eso no sería informar, hoy ha sido en fútbol y a todos nos ha enternecido, pero mañana puede ser tras unas elecciones y no tendría ni puta gracia. Que mañana esa selección siga ganando, o eso da igual, que siga jugando bien, que no den patadas, que sean sinceros. Que mañana se casen los del beso de ayer. Que mañana sigan llorando delante de las cámaras. Que mañana no los presionen, no los obliguen a brillar para siempre, porque ya nos han dado una alegría que a este país le faltaba, cosa que no hace la gente a la que votamos.

Yo, que no me gusta el fútbol, pido que mañana la gente siga contenta por lo que ha ocurrido anoche, que por ósmosis todo se pega. Pido que mañana Shakira siga cantando.

Que mañana no nos olvidemos de África. Por favor.

miércoles, 7 de julio de 2010

Lo raro

Dice una canción poco conocida, de un grupo poco conocido que escucha gente que no es ni conocida ni deja de serlo que “todos los raros fuimos al concierto”
Pues al concierto no lo sé, pero después de que media España inunde el metro (ahora que hay) unos cuantos raros saldremos hoy de casa cuando el sol no caliente y nos meteremos en el cine (por ejemplo) a ver cualquier cosa. Y es que uno, tan grave como yo, tan raro como yo, está dispuesto a ver incluso las andanzas de Sarah Jessica Parker en el desierto con tal de estar en un sitio donde no se oigan los atroces gritos de aquellos que esta tarde verán cómo nuestro Estado (antes España, ahora una selección) se juega la posición internacional y recupera el orgullo herido del Siglo de Oro.
Algo he de reconocerles, aunque si bien no saben lo que han causado el sábado pasado en Madrid. Por primera vez vi una manifestación en las que la bandera de nuestro país, perdón, de nuestra selección, desfilaba al lado de las de la República, de las banderas multicolor, de las multicolor en negativo e incluso las de las autonomías. Y no había ni rencores ni malas miradas, solo gritos unánimes con la parada de Casillas y con la victoria que obtuvieron. Parece que nuestro gobierno de coalición de los distintos equipos ha conseguido lo que no consiguen los líderes de aquel Estado que todavía éramos cuando perdimos el primer partido.
En ese momento incluso fui fan de John Boy, el problema es que la selección no es el gran telépata de Dublín.