lunes, 1 de abril de 2013

Lo pequeño


Municipio asturiano de Cudillero.
La situación actual nos está dejando acostumbrados a cosas grandes que nos van dando de sí el pensamiento de tal forma que, cuando queremos comprender algo pequeño, nos baila en la cabeza la nimiedad, dando tumbos dentro de un cráneo que se ha quedado grande como un jersey irresolublemente gastado. Habituados a grandes cifras (el paro, la deuda, la corrupción, el dinero robado o los sueldos de los grandes puestos en los bancos) nuestros sesos ya no son capaces de ver los números enanos, las pequeñas cantidades, los datos corrientes que sin embargo son los más fáciles de entender y de atacar como problema de primaria.
Por eso deberíamos comprender que la democracia comienza su necrosis pestilente en una ciudad pequeña como Cuenca. No huele tantísimo como el ingente número de desahuciados, ni como las numerosas familias con todos sus miembros en paro. Pero es más fácil de entender, tan solo hace falta imaginarse que tu entorno más cercano (tu barrio, tu ciudad, tu pueblo) se ha quedado sin periódicos que te cuenten lo que ocurre en él, tapando así los ojos y los oídos de la población al control de los poderes públicos. Los conquenses ya no sabrán si se cumple la promesa de tapar el bache de la calle de al lado. En consecuencia, los hechos atroces que nos narra la primera película de Pilar Miró, "El crimen de Cuenca" (1979), podrán repetirse un siglo después y quedar impunes.
El mismo olor de los tejidos muertos, de los animales carroñeros, es el que viven los vecinos del municipio de Cudillero, Asturias. Un pueblo pesquero, inconfundiblemente asturiano. Sus habitantes se han dedicado a repartir flores en las calles de su pueblo para impedir el avance del hedor, pero sólo han conseguido ser denunciados por entrar a poner margaritas en su Ayuntamiento. Este olor putrefacto emana de su  ex-alcalde, Francisco González, diputado socialista en la Junta del Principado e imputado por presunto cohecho y exacciones ilegales. El actual alcalde, Ignacio Fernández, ha sido colocado en el puesto al igual que las inclemencias del tiempo o la ubicación de los yacimientos ya que no ha sido votado, al igual que ocurre con los accidentes del terreno, como las nubes y el carbón.
Y estos dos crímenes, que afectan a poca gente, que hablan de cosas pequeñas. ya casi no los entendemos porque nos han acostumbradoa pensar en cifras enormes. Sin embargo lo pequeño siempre fue reflejo de lo grande, de las cifras enormes, de los datos monumentales. Lo pequeño es causa y consecuencia de lo grande, lo podemos tocar con las manos. Nuestra es la decisión de usar paraguas contra lo que no se elige, nuestra la de contarlo.

martes, 19 de marzo de 2013

Opening


La olímpica ciudad dormía la siesta. Hasta la peineta llegaban ya los bostezos aburridos de quién se ha acostumbrado al nunca acabar. El viento azul, lento y adormilado, limpia el suelo de los panfletos que llaman a los ciudadanos a trabajar de forma voluntaria y a vivir de la inolvidable experiencia de cumplir los sueños de otros. En el perezoso momento en el que uno coordina su cuerpo para dar la vuelta en el sofá sin destaparse, quitándose la legaña del lacrimal, una voz saca de la ineptitud del sueño a los habitantes de la villa. Una voz que ha desayunado las delicias de Viena Capellanes y que, desde su figurada instancia en la que siempre ha sido la capital del vals, ha cambiado su cadencia y su ritmo. Como el tic-tac monocorde del reloj no va ahora esa voz más lenta, ni más rápida, va simplemente distinta, y eso sus electores lo notan hasta el punto que les hace abrir un ojo sin temor a que la legaña quede desprendida de forma brusca.
Y allí está, de nuevo en sus pantallas, igual pero distinta. Aristocrática pero cardada. Viste de blanco y las perlas que la acompañan desde su niñez siguen allí todavía. Pero algo ha cambiado aunque la voz sea la misma. El elector no se da cuenta de qué puede ser, pero al otro lado del plasma el equipo asesor lo sabe y suda sangre, debido también a la cercanía del jueves santo.
Y es que al otro lado todo el mundo suda, todos menos ella, que sostiene los papeles como le fue enseñado en el colegio de las Madres Irlandesas, que como podemos imaginar ni eran madres, ni mucho menos irlandesas. En ese preciso instante abre la boquita de piñón, con los labios estreñidos en británica mueca. Sus asesores yerguen el cuello esperando un sopapo más, los asesores ajenos se congratulan de haber avisado a sus asesorados de lo que iba a pasar. Está a punto de ocurrir, le ocurrió a su marido, al siguiente presidente del Gobierno, al actual. Ella será una más y está a punto de pasar al club. Abre la boca y comienza su entrada en el particular Olimpo.
Horas más tarde, el espectador que despertó de la siesta buscará en Internet el vídeo que pudo observar en directo. Comprobará que lo que vio es cierto, que su edil ya es una más, que no ha defraudado. Y ya de paso mira cómo va eso de los juegos olímpicos, que esta vez no se ha interesado porque la costumbre acaba por oxidar las mejores ilusiones. Y aquí está el peculiar triunfo de su alcaldesa, que ha conseguido hablando en inglés lo que no ha conseguido en cristiano: que la gente se interese por la carrera olímpica de Madrid. Eso sí, nos queda clara una cosa, para siempre, en nuestra mentalidad de electorado de clase media: que, efectivamente, su tailor es rich. Y madrileño.

Si todavía no has visto el vídeo de Ana Botella hablando inglés puedes verlo pinchando aquí.

martes, 12 de marzo de 2013

Almodóvar en el Vaticano


Lo que voy a decir sobre la última película de Almódovar me ocupa una sola frase, el que no la entienda, o al que dicha frase le parezca una obviedad puede dejar de leer este artículo en cuanto conozca, a partir del siguiente punto, lo que tengo que decir. “Los amantes pasajeros es una comedia de Pedro Almodóvar”. Punto. Si alguien espera una crítica más profunda sobre esta película protagonizada por tres azafatos homosexuales que pase al artículo de la semana pasada; trata sobre los argumentos novelescos y puede ser más orientativo respecto a mis opiniones que lo que van a leer a continuación.
Cuando digo que “Los amantes pasajeros es una comedia de Pedro Almodóvar” me refiero precisamente a eso, y no me acabo de explicar muy bien los vapuleos de parte de la crítica respecto al filme, porque no sé si esperaban que Los amantes pasajeros, escrita y dirigida por Pedro Almodóvar, fuera una comedia de Santiago Segura, de Daniel Sánchez Arévalo o de un resucitado Berlanga. No entiendo que la califiquen de disparatada, de en ocasiones vulgar, de exagerada, de insultante o de tener algo así como saturación del color. No entiendo, en otras palabras y siguiendo con la línea de lo que ya he escrito, que traten de asustar al potencial público criticándola con unos adjetivos que son propios de una comedia de Almodóvar, porque para eso podían haber publicado sus críticas hace treinta años cuando no se sabía qué tipo de cine hacía, o podían haber hecho lo que yo hago: decir que “Los amantes pasajeros es una comedia de Almodóvar” y ya lo habrían dicho todo, máxime cuando el director había avisado que iba a volver a hacer una comedia descarada, tal y como hacía en sus inicios. Que Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) es más refinada, sí, que ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) es de hace casi tres décadas, también, pero se trata de comedias de Almodóvar que son precisamente eso, comedias de Almodóvar, y cuando lleva unas cuantas hechas ya sabemos lo que nos vamos a encontrar, aunque últimamente nos tuviera acostumbrados a películas bastante más oscuras. Dicho esto paso a otra película y voy a desvelaros la identidad del próximo Papa antes de que haya fumata blanca. Antes de revelarlo os comunico que si queréis originalidad no paséis al párrafo siguiente. Si queréis originalidad, pasad más abajo, hay algún escrito en el que menciono a Mad Men del que estoy más orgulloso que de éste, pero no trata cosas tan evidentes.  Paso por tanto, para los que quieran, a revelar quién y cómo será el nuevo Papa, lo haré también en tan solo una frase.
“El nuevo jefe de Estado del Vaticano será el Sumo Pontífice”. Y Con esto del Sumo Pontífice solo quiero decir eso: que será el jefe del Estado Vaticano, que será hombre, que será el obispo de Roma… y que como tal, y como lleva siendo en los últimos siglos se tratará de un hombre conservador, homófono, machista, estará en contra de los avances de la medicina que no le beneficien, vestirá de oro y pedirá dinero por caridad, hablará en latín,  se hará el progre por algo así como alabar a los Beatles (esto último es de Benedicto XVI), y si estuviera en sus manos nos haría pagar diezmo. Y es que, ya lo advertí, “el nuevo jefe del Estado Vaticano será el Sumo Pontífice”, no os sorprendáis. Y luego vendrán las críticas, como si Boyero no supiera qué película iba a ver.

lunes, 4 de marzo de 2013

La dificultad de respirar


Tiene algo de novela de saga familiar, algo parecido al tono decadente y triste que se escucha en los finales de las novelas largas, un tono de oro ennegrecido y viejo, de palacio cuyas ventanas están a punto de ser rotas por la yedra que escala –lenta pero constante- por el alféizar. Está el argumento en ese punto en el que se tira peso por la borda para que el barco no se hunda, en el momento exacto en el que los muebles caros de la familia empiezan a ser empeñados y las tierras subarrendadas, justo cuando a la rica familia se le muere el caballo y lo único importante es el arroz y la tartana.
En estos capítulos finales, paradójicamente, los personajes sonríen más, reciben más flashes y visten mejor que nunca. Es aquí cuando se agarran a sus cunas y piden que la historia no se acelere, que germinen otra vez los campos, que los columpios vuelvan a chirriar bajo el peso de unos bucles rubios sobre cuellos almidonados.
Ellos, sin embargo, no son conscientes de la ruina que llama a la puerta de su casa por el simple hecho de que los protagonistas de las historias nunca saben que lo son y no se percatan de su importancia al igual que los demás no nos percatamos del hecho de respirar y, al pensar en ello, la respiración se torna dificultosa.
Esos momentos de respiración mefítica llegan siempre a las mejores casas y es tan fácil solventarlos como olvidarse de la dificultad de respirar. Es entonces cuando el aire entra y sale en el cuerpo de forma natural, se abren así los ojos, las ventanas, se limpia el palacio, se corta la yedra trepadora, se encuentra la forma de recuperar los muebles de la casa de empeños y el bicarbonato para limpiar el oro. Y hasta en las casas más abúlicas la solución llega entonces por el camino fácil, penetra en las fosas nasales la solución como siempre lo hizo. Pero mientras tanto, mientras no reparen en que la dificultad de respirar es solo aparente, los trabajos para conseguir que el fin de la novela no sea tal serán insuficientes. Tanto como las operaciones de cadera.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Los biodegradables


Me encontraba yo en ese ejercicio festivo que tiene lugar los fines de semana y que consiste en liberarme de los pantalones pitillo sin por ello perder el equilibrio y la compostura cuando –en ese crítico momento en el que asumes que para acabar de quitártelos tienes que darles la vuelta- vibra discreta pero empecinadamente la “apple of my eyes” es decir, el iPhone. Mi particular pedazo de las glorias de Silicon Valley quedaba en ese momento bocabajo y en el lado exterior de los pantalones que en el proceso del desvestir acababa de convertirse en interior. Apurado y confirmando que nadie podía mirarme humillo mi postura, me tiro en el suelo, y rescato el móvil con un giro magistral de mi brazo mientras me reincorporo en el váter.

-Pero Goreti ¿qué quieres? ¿por qué no me mandas un WhatsAap?

Realmente no es que no fueran horas para llamar, pero estar sentado en el váter, con los pantalones vueltos y por el tobillo, mientras lo único que ansías es reordenar tu barba para salir por Malasaña, es bastante ortopédico y poco de portada, y lo de la estética los periodistas lo llevamos muy bien cuando estamos en el paro, por si nos llaman en cualquier momento para trabajar de becarios en Intereconomía.

-Muy fuerte, Tomín, estoy en el autobús camino de "Sanse".
-¿Y qué haces tú yendo a "Sanse"? ¿Me quieres hablar en un tono de voz más normal?
-Voy a echar el currículum al Mercadona, ya sabes, para el reportaje que teníamos pensado sobre su política salarial. Si me cogen podremos saber si existe una sala para los reponedores, limpiadoras y cajeras que ponga “trabaja, no pienses”, muy insider,  pero ese no es el caso.

Para entonces yo ya había liberado un pie de la escafandra; había tenido que doblar la rodilla, conseguir que el largo de mi brazo fuera suficiente para tirar con fuerza del pitillo y desprenderlo de mi pierna con fuerza. Una vez me hube librado de esa sensación de molusco que supone tener las dos piernas unidas por un pantalón a medio quitar solo me quedaba ahora pisar con el pie derecho la pernera izquierda y levantar la rodilla zurda. Estaría liberado entonces de los complejos del mercado de Tribunal, pero no de Goreti, que seguía:

-El caso es que en el autobús venían dos tíos detrás de mi, no les he visto la cara, pero estaban hablando de los papeles de Bárcenas. Decían que Ana Mato iba a dimitir, y yo cuando oí eso pues saqué la grabadora y discretamente grabé la conversación. Yo creo que eran importantes.
-¿Pero no decían nada más? ¿Dónde se bajaron? –En ese momento ajustaba la maquinilla eléctrica a los nueve milímetros exactos de mi barba.
-Estaban convencidos y parecía que se esperaban lo del confeti, se han bajado nada más entrar en "Sanse". He mirado en “Google maps” y la sede del PP de "Sanse" está a seiscientos metros de esa parada. En serio, yo creo que eran importantes ¿qué hacemos? Puede venir bien para el blog, como lanzamiento.
-De momento lo que hacemos es echar el currículum en Mercadona, yo he estado investigando hoy en el DIA y parece que los pobres no tienen más que una ridícula sala para ponerse el uniforme ese rojo que me llevan, por cierto, que me he fijado al salir de los Renoir en una bolsa de estas del Carrefour, estaba dando vueltas en el aire en plan American Beauty, y me ha dado por pensar que no son biodegradables.
-Pues sí, también podemos ir a Ecologistas en Acción a ver que nos dicen, ahí tenemos otro reportaje.

Me fijé en las tres líneas de batería de la maquinilla, me cambié de mano el móvil y le dije a Goreti que guardara la conversación grabada, que luego nos metíamos en Internet y que comprobaríamos las caras de todos los peces gordos del Partido Popular de San Sebastián de los Reyes por si eran alguno de ellos.

-Vale, lo que yo no sé es qué pasará si lo sacamos, porque si decimos que esa gente usa el transporte público no nos creerán, pero a mi me parecía que estaban informadísimos, estaban dentro del ajo fijo. Oye entro al mercadona ¿te llevo alguna salsa? ¿alguna crema?

Y entre la emoción que da pensar que lo mismo desvelamos el futuro de Ana Mato y las corruptelas de los supermercados no me doy cuenta de que la maquinilla no lleva el cabezal puesto y me llevo media barba por delante.

jueves, 31 de enero de 2013

La reina del baile


De la fascinación infantil que sentía por Mary Poppins, y de aquellas preguntas que me hacía (¿Cómo conseguirá hablar el pájaro del paraguas? ¿Qué hilos usarán para que ella vuele, suspendida en el aire, sin que se vea por dónde la sujetan?) me queda una frase que dice Julie Andrews cuando ya se tiene más que de sobra ganada la confianza en aquellos niños traviesos. Como parte del buen niño que siempre seguiré siendo no puedo describir el tono con el que la actriz la pronuncia, ya que siempre la he visto y la seguiré viendo doblada, lo que puedo aportar es que la dobladora le imprime un soberbio y autosuficiente matiz a ese “Ante todo quiero dejar clara una cosa: yo nunca doy explicaciones” que la niñera dedica al padre de Jane y Michael cuando le pregunta qué hay de cierto en los hechos que los niños le cuentan.
Muy alejada de los cánticos de la señora de esa casa, que militaba, para quién no lo recuerde, en el bando de las mujeres sufragistas, ha estado toda su vida esa otra actriz a la que nunca le ha hecho falta militar en el bando de las homosexuales hollywoodienses. Jodie Foster recibió en la pasada gala de los Globos de Oro el premio Cecil B. DeMille por toda su carrera. Empezó diciendo que está soltera, algo que probablemente le costara más comentar que todo lo que vino después. Precisamente sobre todo lo que vino después ya está dicho casi todo, más que nada porque ya lo dijo ella. No ha desmentido ni condenado los rumores que hablaban de su homosexualidad, innecesarios además porque ella ya la había dejado clara hace unos años, especificando quién era su pareja. No habló del derecho a formar a una familia porque ya lo tomó hace mucho tiempo. Emocionada y en parte incrédula de sí misma (y esto lo puedo analizar perfectamente, porque la he visto en inglés y sin subtítulos que me distraigan) amplió aquella frase con la que Mary Poppins iba a desbancar al señor Banks. Sin embargo, hay algo que apenas se ha reseñado en las críticas a su intervención: una mención elegante y sencilla a la que ha sido su pareja durante casi toda su vida, la otra madre de sus hijos “mi expareja en el amor, mi hermana en la vida”. Jodie Foster hizo gala de la sinceridad que otorga reconocerle importancia a una expareja con la que has estado más de veinte años, cosa que muy pocas personas están dispuestas a reconocer sobre aquellos con quienes compartieron su vida en un pasado. Así fue como Foster dio colofón a una velada en la que dijo sentirse como la reina del baile, como la reina de su promoción.
Si nuestros políticos fueran así reconocerían sus amores del pasado, reconocerían sus errores, sus calamidades, sus pactos con el diablo. Y les darían las gracias o no, porque eso es algo que les permite llegar muy lejos, a la Moncloa o, más lejos aún, a Suiza. Quizá haya un día en el que un diputado, haciendo uso de la independencia que la Constitución dice que tienen, salga al estrado y diga "estoy soltero" asumiendo que votará según sus propias ideas, que le llevaron a política, y no las que le ordene su Partido. Ese día el diputado podrá hablar con tranquilidad de los errores del aparato de su militancia y de los suyos propios, reconociendo que la historia del amor de su vida ha acabado y que les debe mucho. Quizá ese día los políticos se sientan como la reina del baile y nosotros dejemos de verlos como el niño que para escaparse de las horas de estudio se marcha a sacudir el borrador y vuelve con las manos manchadas. Y es que los políticos, como los niños, tienen que rendir cuentas y explicaciones.

miércoles, 9 de enero de 2013

Si el dinero público...


La ignorancia es cuestión tiempo. De tiempo pasado, de no habérselo dedicado de forma suficiente al tema del que se está dispuesto a opinar para dar verdades tajantes y dogmas inatacables. De esto me he dado cuenta en uno de esos alardes en los que te empieza a sobrar el tiempo, haces zapping y como todos los caminos acaban en Roma o lo que es lo mismo, en Intereconomía, recabas en una rubia monísima y en un cincuentón guasón que hablan de la versión española de  Blancanieves. Opinaban entre histrionismos que intentar llevar a los Óscar como película de habla no inglesa a una película que era catalana era maravilloso para el idioma catalán. Tras esta muestra de humor han hecho la verdadera revisitación del clásico tomando unas imágenes de la Blancanieves de Disney y cambiándole el doblaje, en esta última versión del cuento recopilado por los Grimm Blancanieves castigaba a mudito por no hablar catalán.
Una sensación parecida me ha dejado la imagen (ahora en televisión española) del nuevo tren de alta velocidad que conecta España con Francia. Tres horas tarda y en él han viajado cuatro figuras del panorama español actual. Dos han sido elegidos para sus cargos gracias a nuestro sistema constitucional: el Presidente del Gobierno y el President de la Generalitat Catalana. De las otras dos figuras una ha sido elegida indirectamente por el llano, se trata de una médico que también ha sido reversionada (con esa facilidad que tienen los Ministros para cambiar de especialidad) y que ahora es fomentóloga, el otro está ahí por gracia divina: el Príncipe, ese protector de la evasión fiscal en Panamá. De estas dos personas allí sentadas parece que no tenemos derecho a decir nada, no las hemos elegido para sus puestos
Si el dinero público se destinara a lo que se tiene que destinar en ese tren no se hubiera invertido lo suficiente como para que tardara tres horas. A lo mejor tardaba seis. Si el dinero público se destinara a lo que se tiene que destinar a lo mejor a Rajoy y a Mas, como a dos niños pequeños enfadados y condenados a hacer las paces, no les hubiera quedado más remedio que sacar los problemas encima de la mesa e intentar solucionarlos, deben ser necesarias seis horas, ya que en tres no han podido demostrar ni el más mínimo interés en ejercer su trabajo, que no es otra cosa que solucionar problemas. Si el dinero público se destinara a lo que se tiene que destinar, en ese tren de seis horas los protagonistas de mi visionado de intereconomía a lo mejor hubieran visto esa versión de  Blancanieves en sus portátiles, se hubieran dado cuenta de que la película no es catalana, que acaso es vasca y que realmente parece andaluza. Se hubieran dado cuenta de que defiende del mundo taurino al menos la estética, como el propio logo de su cadena, y de que el cine mudo aunque no tenga idioma tiene habla.
Si el dinero público se hubiera destinado a lo que se hubiera tenido que destinar ni la ignorancia ni la incompetencia correrían a alta velocidad, no  en nuestras pantallas pero tampoco en nuestros territorios.