Señales
¿Se acuerdan de aquella película en la que Mel Gibson se
volvía loco intentando saber cómo acabar con los extraterrestres que le hacían
gracietas en los sembrados? Intentó todo lo convencional y al final su hija
–que estaba obsesionada con el agua- se da cuenta de que es tirarle el líquido
elemento al alien y salen espantados.
Al final la solución suele estar mucho más a mano de lo que nos
imaginamos, algo parecido a buscar las gafas cuando resulta que uno ya las
tiene puestas.
Como para ahuyentar a los aliens algo similar ha ocurrido
con la señora Presidenta, que hacía las gracietas en el terreno de todos. Ni huelgas, ni manifestaciones ni pataletas… algunos
dicen que ha sido un tapper el encargado de anular la voluntad de Aguirre.
Comida, al fin y al cabo, comida que empieza a faltar para llenar tarteras.
Resulta que la solución estaba mucho más a mano de lo que parecía, como el agua
de la hija de Mel Gibson. La presidenta se va, y nos deja una estructura a medio privatizar y un campo con visos de ruleta que juega a la exención fiscal, un campo yermo dispuesto a actuar como una máquina tragaperras. Justo ahora que le había costado tanto esfuerzo. Justo ahora, nada más cantar bingo, aunque los jugadores elegantes siempre echen dos cartones más.
Pero Esperanza tiene algo más en común con aquellos
extraterrestres, el misterio de los verdaderos motivos de su dimisión, de su animadversión
al agua. Dice que la enfermedad que padeció ha influido pero que está
presuntamente curada (y así lo esperamos), que quiere pasar más tiempo con su
familia, con su madre, con sus nietos, argumentos extraños que provienen de una
mujer con la piel más dura que sus propios huesos. Los alienígenas podían haber
venido con impermeable y ella pensarse el estar más tiempo con su familia antes
de concurrir a unas elecciones. Si son verdad sus argumentos ¿por qué no
recapacitó antes de comprometerse en mayo de 2011 y fallar de este modo a sus
votantes? Nunca sabremos sus verdaderos motivos. La Esperanza es lo último que
se pierde, lo que nunca perderemos será la ignorancia.
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